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Como científicos renegados, consideramos que los papers quedaron chicos en la era de los medios masivos de comunicación y de emociones moderadas.

Que la bidimensionalidad de las letras y la carencia de sudor de una publicación científica no alcanza para satisfacer a ninguna de las partes.

Por eso, como científicos que se dedican al circo, elegimos la escena. Donde lo que nos sucede, sucede en simultáneo para todes, sin mediaciones virtuales.

La mayor acción revolucionaria que podemos realizar hoy, creemos que es la de transmitir y generar sensaciones, ideas, sentires, discursos políticos, desde la honestidad del estar siendo atravesados por eso que se quiere contar, antes, durante y después de la escena.

Nos interesa poder generar espacios de reflexión y de duda, sobre uno mismo y sobre los demás. Sobre lo que habitamos y lo que nos habita.

Desnaturalizar el automatismo cotidiano y la falsa condena eterna del capital. Resignificar la simpleza desde un cuadro poético o un movimiento corpóreo no cotidiano.

Quitarle peso a la espectacularidad de la proeza (nos gusta el termino proetico, por ser un neologismo ambiguo y molesto) y poder desde una narrativa espiralada colocar el objetivo principal ahí mismo donde se han encargado de correrlo, en el durante, en el estando siendo, en la simultaneidad del sentir y saberse sintiendo, en el encuentro.

Creemos en el circo, y el arte en general, como motores de cambio, de construcción, y deconstrucción social. Como así también como objetos de goce, placer y contemple.

Y consideramos menester, hacer de nuestros mundos (de científicos sociales, musicales, plásticos, culinarios, sexuales, artísticos) uno solo, múltiple y fractálico, donde los lenguajes se complementen y se enriquezcan mutuamente.

Transitar la incomodidad para quitarle privilegios a lo bello y lo cómodo de mirar.

Correr un poquito de la zona de confort, incomodar, molestar, en una escena donde el clima confunda las sensaciones, donde los sujetos expresen desde lugares no convencionales, donde el extrañamiento sea clima y acción, son solo algunas de las cosas que nos inspiran a crear cuadros escénicos.

Creemos que ya existe esto, tenemos nuestros referentes. Pero no por eso consideramos que no haya que hacerlo.

Creemos que podemos hacerlo, y queremos hacerlo.

Y elegimos el margen, la margen, para llevarlo a cabo.

El margen de nuestras capacidades, de nuestros miedos, de nuestras formas, de nuestras ganas, de nuestras ideas, de nuestros fracasos.

Porque consideramos ese espacio, un espacio propio, y desconocido. Y eso, nos encanta.

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